El Marco
Si has llegado hasta aquí, está claro que estás buscando comprender la razón de ser de este sitio web. Estamos emocionados de embarcarnos en este viaje provocador de pensamientos contigo, uno que puede ser transformador o, al menos, brindar una nueva apreciación por expandir tu mente. Prepárate para una aventura que nos lleva desde los cimientos de la civilización, a través del comienzo de la historia y hasta el día de hoy, centrándonos en los eventos más cruciales que han dado forma a nuestro mundo. Como ocurre con todas las grandes narrativas, ampliemos nuestra perspectiva y establezcamos algunas premisas y consideraciones en las que se basa nuestra hipótesis. ¡Prepárate, te espera un viaje emocionante!
Consideraciones iniciales
El propósito de este escrito es proporcionar un fundamento para nuestros pensamientos y establecer un marco para explorar las premisas que siguen. Estas consideraciones sirven como los bloques de construcción para una comprensión integral de la narrativa.
Cuando se construye un caso para una narrativa como la que estamos a punto de explorar, es esencial comenzar con un examen cuidadoso de las premisas subyacentes que forman la base de la historia. Este enfoque analítico permite una comprensión más profunda de las suposiciones e ideas fundamentales que dan forma a la narrativa. Una vez que estas premisas se comprenden claramente, se pueden explorar sus implicaciones, así como los temas y conceptos más amplios que surgen de ellas.
En otras palabras, el proceso implica desglosar la narrativa en sus componentes principales, evaluar críticamente su validez y coherencia, y luego utilizar esta comprensión para desarrollar un análisis o interpretación bien estructurados que abarque el contexto y la importancia más amplios de la narrativa. Este método no solo ayuda a aclarar la perspectiva sobre la historia, sino que también permite una presentación más convincente y transparente del caso a los recién llegados. La imagen completa solo comenzará a emerger una vez que hayas considerado todos los aspectos de la narrativa. El denominador común subyacente de todo lo escrito en Wheel on Heaven es la suposición de la narrativa.
El viaje en el que nos embarcamos no es muy diferente del viaje histórico de descubrir una ruta más favorable para el comercio. Así como ese viaje llevó al redescubrimiento de un nuevo mundo que cambió el statu quo, nuestra exploración de ideas puede llevar a descubrimientos similares. Y recordemos que en ese momento ya se sabía que el mundo era esférico (sí, más precisamente elipsoidal), y sin embargo, colectivamente no consideraron la posibilidad de la existencia de otro nuevo mundo desconocido, posiblemente tan vasto y poblado como su propio mundo conocido.
Esta analogía nos sirve como un recordatorio de abordar nuestras creencias establecidas con humildad y no tomarlas demasiado en serio. El desafío de considerar mundos más allá de las preconcepciones de nuestra imaginación ha sido constante en la historia conocida. Comencemos con la caracterización adecuada de lo que nos rodea a todos: el especulativo reino del espacio exterior. Esto puede sorprender a algunos, pero el contexto en el que todo está finalmente inserto es, de hecho, el espacio exterior. Para evitar perder el equilibrio y mantener un enfoque racional ante lo imposible, debemos mantener cierto nivel de humildad en nuestra evaluación de la narrativa que está por delante.
Nada parece imposible ya
Mientras navegamos por las vastas e inexploradas aguas de la investigación astronómica y la exploración interplanetaria, campos aún incipientes según los estándares humanos, debemos recordar que el paisaje de nuestro pasado está plagado de errores y suposiciones mal concebidas. Esto no es para menospreciar nuestros avances en conocimiento y tecnología, sino un humilde recordatorio de avanzar con cuidado, reconocer nuestra falibilidad y evitar caer en la trampa de la sobreconfianza.
En el gran esquema del descubrimiento científico, es crucial separar los reinos de los hechos científicos del dominio de la ciencia ficción, la “ciencia fictiva”.1 En lugar de aceptar convenciones sociales como verdades absolutas, debemos aprender a ampliar nuestros horizontes, cuestionar, desafiar. Al hacerlo, no solo evitamos los errores del pasado, sino que también ampliamos nuestra comprensión de los misterios de la vida. Al hacerlo, podemos esperar evitar cometer los mismos errores del pasado y seguir avanzando en nuestra comprensión de lo que constituye la vida. El progreso humano, tal como se entiende siendo solo un planeta habitado conocido en la vastedad del espacio, es lo que identificamos como una de las cuestiones más pertinentes de la condición humana. Este marco de referencia trasciende la mayoría, si no todos, los aspectos de la experiencia humana.
Una pregunta fundamental de la condición humana es la existencia de vida más allá de la Tierra. Esta pregunta, este anhelo profundo de compañía en el cosmos, es un hilo que se entrelaza en el tejido mismo de nuestra experiencia humana. Nos insta a mirar más allá de nuestro entorno inmediato, a contextualizar nuestra existencia dentro del gran tapiz cósmico.
Nuestra odisea en el cosmos, guiada por los campos de la astronomía moderna, la ciencia espacial y la astrofísica, continúa remodelando nuestra percepción de lo que significa ser humano. Si bien gran parte del conocimiento astrofísico se basa en el cálculo computacional y en una multitud de suposiciones, la deslumbrante escala del cosmos sigue siendo un hecho indiscutible.2
Las estimaciones sugieren que nuestro universo observable es un conjunto cósmico de 200 mil millones a 2 billones de galaxias, cada una de ellas una magnífica orquestación de unos pocos millones a billones de estrellas. El simple número de estos cuerpos celestes luminosos insinúa una abundancia inimaginable de posibles hogares para la vida.3
En este trasfondo cósmico, las implicaciones de la era espacial adquieren una significancia aún más profunda. El amanecer de esta era anunció un salto evolutivo para nuestra especie, un cambio épico de ser habitantes terrestres a exploradores cósmicos. Impulsados por un progreso científico y una innovación tecnológica incansables, hemos comenzado a superar las formidables barreras de los viajes espaciales, a pesar de que aún se encuentran en sus etapas embrionarias.
Este es el contexto en el que se basarán las consideraciones posteriores. Además, el amanecer de la era espacial marcó un momento crucial en la historia humana, ya que nuestra especie se aventuró más allá de los límites de la Tierra y se dispuso a explorar la vastedad del cosmos. Este viaje monumental comenzó con una serie de avances científicos e innovaciones tecnológicas que nos permitieron superar los desafíos de los viajes espaciales, a pesar de estar en su infancia. Nada parece imposible ya. Todo parece estar al alcance con solo un poco de ingenio y determinación para alcanzar las estrellas.
En esta vista impresionante de la exploración cósmica, nada parece estar fuera de nuestro alcance. Nos encontramos al borde de una nueva era, una que promete las estrellas. Sin embargo, a medida que extendemos nuestro alcance hacia el cosmos, también debemos ampliar nuestra comprensión, armados con humildad y curiosidad, listos para cuestionar, aprender y maravillarnos ante las maravillas que el universo tiene reservadas para nosotros.
Serendipia Cósmica: El Enigma de la Vida más allá de la Tierra
La perspectiva de vida más allá de los confines de nuestro hogar celestial ha cautivado nuestra curiosidad colectiva durante siglos. Es un enigma que no solo ha avivado el fuego de nuestro empeño científico, sino que también ha despertado nuestras más salvajes imaginaciones. En ausencia de pruebas definitivas de vida extraterrestre, nos embarcamos en un viaje de especulación, tratando de desentrañar la intrincada matriz de condiciones que podrían hacer posible la vida más allá de la Tierra.
En nuestra búsqueda, reconocemos el agua como un sine qua non de la vida4. Conocida como el solvente universal, el agua sirve como el medio en el que se desarrolla la sinfonía de procesos biológicos. Por lo tanto, la detección de este preciado líquido en su forma más habitable, líquida, en cualquier cuerpo celestial amplifica significativamente las posibilidades de descubrir vida allí.
Más allá del requisito indispensable del agua, la vida requiere un entorno que mantenga un delicado equilibrio entre dinamismo y estabilidad. Requiere un refugio seguro que pueda protegerla de las duras realidades cósmicas, pero que al mismo tiempo proporcione un escenario lo suficientemente robusto para el gran juego de la evolución. Esto implica un clima estable, una atmósfera protectora y una fuente de energía confiable, como una estrella, capaz de sostener la danza incesante de la vida.
También debemos considerar el papel de los compuestos orgánicos, los bloques de construcción de la vida. Estas moléculas intrincadas, dadas las condiciones adecuadas, podrían ser sintetizadas en un planeta mismo o entregadas por intrusos celestiales como cometas o meteoritos. Una vez que estos bloques de construcción están ensamblados, el escenario está preparado para el gran espectáculo de la vida.
Nuestro compañero cósmico, la estrella alrededor de la cual orbita un planeta, también juega un papel vital en la determinación de las perspectivas de vida. La estrella debe tener una cualidad de Ricitos de Oro: no demasiado caliente, no demasiado fría, no demasiado volátil, sino justa, proporcionando un calor y una energía consistentes esenciales para que la vida florezca.
Por último, la vida tan compleja e inteligente como nosotros podría deber su existencia a una serie de eventos cósmicos afortunados. Tal vez requiera la formación fortuita de una gran luna para estabilizar la inclinación axial del planeta, manteniendo un clima propicio para la vida. Tal vez la presencia de un gigante gaseoso protector, con su poder gravitacional, sea una necesidad para proteger al planeta de impactos destructivos. O tal vez un planeta requiera una larga e intensa historia geológica para orquestar el gran ballet evolutivo que da origen a la vida inteligente.
Esta, entonces, es la delicada balanza, la confluencia de factores precisos, que hace posible nuestra existencia. Es una serendipia cósmica que parece nada menos que milagrosa. ¿Es posible que tal serendipia milagrosa se haya repetido en el vasto océano cósmico, dando origen a otras islas de vida? Nos encontramos en el umbral de este gran misterio, con los ojos puestos en el cielo, esperando los susurros del cosmos que nos indiquen que, de hecho, no estamos solos.
El Enigma del Espacio Infinito
La vasta expansión del cosmos, las estrellas pulsantes que atraviesan el velo del cielo nocturno, la majestuosidad silente de innumerables galaxias y nebulosas; todas ellas pintan un retrato impresionante, si no humillante, de nuestro universo. Frente a tal grandeza inmensurable, se vuelve difícil, casi irreverente, creer que somos los únicos habitantes conscientes de esta sinfonía cósmica.
Dentro de nuestras capacidades tecnológicas actuales, existen aproximadamente 100 mil millones de galaxias en el universo observable, cada una rebosante de miles de millones, si no billones, de estrellas. Cuando consideramos la multitud de exoplanetas descubiertos recientemente, muchos de los cuales residen en las zonas habitables de sus estrellas, las posibilidades de encontrar condiciones propicias para la vida parecen asombrosas. Suponer que la Tierra es el único escenario de vida en un escenario cósmico infinito parece casi audaz, dadas las vastas escalas en juego.
La ecuación de Drake, formulada por el astrofísico Frank Drake, ofrece una visión atractiva sobre la naturaleza probabilística de la vida extraterrestre. Aunque no es una ecuación en el sentido tradicional, la ecuación de Drake es más bien un marco, una herramienta para reflexionar sobre la multitud de variables que podrían conducir a la existencia de formas de vida inteligentes y comunicativas en nuestra galaxia. Ofrece una posibilidad tentadora de que pueda haber miles, si no millones, de civilizaciones ahí fuera, transmitiendo su existencia al cosmos.
La importancia de la Ecuación de Drake no radica en la resolución, sino más bien en la contemplación. No se escribió con el propósito de cuantificar en absoluto, sino como la agenda de la primera reunión del mundo sobre SETI, en Green Bank, Virginia Occidental, en 1961. Fue bastante útil para su aplicación prevista, que era resumir todos los diversos factores que los científicos deben contemplar al considerar la pregunta de otra vida.
Dr. Frank Drake (de Ask Dr. SETI | Capítulo 3: Filosofía)
En el mismo capítulo, el Dr. Frank Drake continúa diciendo la siguiente frase:
Para que conste, considero la Ecuación de Drake como una herramienta maravillosa para cuantificar nuestra ignorancia.
Sin embargo, es crucial recordar la propia interpretación del Dr. Drake de su fórmula: “La importancia de la Ecuación de Drake no radica en la resolución, sino más bien en la contemplación”. No es una bola de cristal que revele el número exacto de civilizaciones extraterrestres, sino un espejo que refleja nuestra profunda ignorancia sobre el universo.
Este sentimiento encuentra eco en el concepto del “pajar en el cosmos”. El término, aludiendo metafóricamente al clásico enigma de la aguja en un pajar, se utiliza para resaltar el desafío abrumador que la inmensidad del espacio plantea en nuestra búsqueda de inteligencia extraterrestre. La idea es simple: el espacio es tan increíblemente vasto que incluso si las civilizaciones inteligentes abundan, encontrarlas o encontrar sus señales es como encontrar una sola paja específica en una enorme pila de heno.
Considera esto: la luz de la estrella más cercana a nuestro sol, Próxima Centauri, tarda más de cuatro años en llegar hasta nosotros5. ¡Esa es la estrella más cercana! Cuando escalamos a galaxias, cúmulos y supercúmulos, las distancias se vuelven tan increíblemente grandes que la idea de tropezar con una señal extraterrestre comienza a parecer menos un esfuerzo científico y más una lotería cósmica.
No obstante, nuestra ignorancia no debería engendrar desesperanza, sino avivar la curiosidad. El universo, en toda su gloria infinita, nos invita a explorar, a buscar, a cuestionar. La inmensidad del espacio, en lugar de desanimarnos, debería servir como un recordatorio humilde de nuestro lugar en el cosmos y una inspiración para explorar sus infinitos misterios. Mientras las estrellas brillen en el cielo nocturno, la hipótesis de la inteligencia extraterrestre continuará cautivando nuestra imaginación colectiva, impulsándonos a adentrarnos en el abismo cósmico en nuestra búsqueda de compañerismo cósmico.
Descifrando el Tapiz de Antiguos Recuerdos
La historia compartida de la humanidad es un tapiz ricamente tejido de mito, misterio y memoria que se remonta al amanecer de la conciencia misma. Es un relato grandioso de nuestra lucha por comprender el enigmático cosmos que se despliega sobre nosotros, una narrativa que ha dado origen a una deslumbrante variedad de tradiciones espirituales, cada una con su única cosmología metafórica. Sin embargo, en medio de su diversidad, hay un hilo común que las une: relatos de entidades divinas, seres superiores a menudo reverenciados como dioses.
Pero, ¿qué pasaría si estas figuras divinas, estos ‘dioses’, no fueran simplemente símbolos abstractos o constructos metafísicos? ¿Y si fueran entidades corpóreas, no de esta Tierra, cuyo conocimiento y tecnología avanzados dejaron una marca indeleble en nuestros ancestros? Esta idea aparentemente radical, cuando se examina más de cerca, comienza a tejer un patrón intrigante.
Las épicas narrativas de nuestro pasado colectivo están repletas de historias de increíbles carros voladores, armas capaces de una destrucción cataclísmica y seres divinos que otorgan conocimientos que parecen extrañamente avanzados para sus épocas. ¿Son simplemente creaciones imaginativas de nuestros ancestros, impregnadas del lenguaje de la metáfora y la hipérbole? ¿O podrían ser crónicas crípticas de eventos reales, relatos velados de tecnología extraterrestre avanzada?
Tomemos, por ejemplo, los Vimanas descritos en la antigua epopeya india Mahabharata: máquinas voladoras capaces de proezas asombrosas, que escupían fuego y truenos. De manera similar, el libro de Ezequiel en la Biblia relata la visión del profeta de un carro celestial compuesto de ruedas dentro de ruedas, descendiendo de los cielos, un espectáculo que resuena de manera inquietante con los informes modernos de ovnis.
Además, estas narrativas no se limitan a una sola cultura o época. Desde los antiguos sumerios, que creían que sus dioses, los Anunnaki, provenían de los cielos, hasta el pueblo dogón de Mali, cuya cosmología tradicional incluye conocimientos sobre las complejidades del sistema estelar de Sirius que desconcertaron a los astrónomos modernos, encontramos temas recurrentes de seres celestiales y sus maravillosas tecnologías.
Esto plantea la pregunta: ¿son estas historias simples mitos o recuerdos? ¿Llevamos inconscientemente los ecos de nuestros ancestros extraterrestres en las historias sagradas que transmitimos de generación en generación?
Los críticos podrían descartar esto como un ejercicio de pensamiento fantasioso, un intento de romanticizar nuestro pasado con el brillo de la ciencia ficción. Sin embargo, no se puede evitar preguntarse si estamos descartando demasiado rápido, impulsados por la arrogancia moderna. Como afirma la tercera ley de Arthur C. Clarke: “Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Quizás lo que nuestros ancestros percibieron como divino fue simplemente una tecnología mucho más allá de su comprensión.
¿Y si no estamos tratando de imponer una narrativa de ciencia ficción en nuestro pasado, sino más bien intentando descifrar un pasado de ciencia factual que ha sido tejido en nuestros mitos y leyendas, un pasado en el que nuestros ancestros no fueron meros espectadores de milagros celestiales, sino participantes activos en un gran drama cósmico, un drama que dio forma al curso de la evolución de nuestra especie?
¿Qué dicen las escrituras?
Antes de explorar las posibilidades de reinterpretación propuestas por Jean Sendy y Mauro Biglino, adentrémonos más en el material fundamental de nuestra discusión: las escrituras. Estos textos, con miles de años de antigüedad, tienen un profundo significado religioso y cultural, y han moldeado nuestra comprensión moral, ética y espiritual del mundo que nos rodea. La pregunta que planteamos hoy no se refiere a su relevancia histórica o a la sabiduría inherente que contienen, sino más bien a la posible interpretación errónea a lo largo de los siglos. ¿Es plausible que las verdades que transmiten hayan sido malinterpretadas o incluso perdidas debido a las diferencias interpretativas?
Las escrituras, que abarcan una multitud de textos antiguos como la Biblia, la Torá y otros, son una mina de oro de historias, enseñanzas y descripciones de interacciones divinas con la humanidad. Estos textos han sido estudiados y examinados en profundidad por eruditos, teólogos y filósofos, quienes han derivado una gran cantidad de interpretaciones y comprensión de estas narrativas. Sin embargo, la exégesis e interpretaciones a menudo han sido moldeadas por el contexto sociocultural predominante, las doctrinas teológicas y las perspectivas individuales. Esto plantea interrogantes sobre la fidelidad de nuestra comprensión contemporánea con respecto a las intenciones originales de los antiguos escribas.
Además, es importante reconocer que estos textos fueron escritos en idiomas y dialectos muy diferentes de los modernos, lo que puede llevar a posibles ambigüedades e inexactitudes durante la traducción. Palabras y modismos en un idioma pueden no tener equivalentes exactos en otro, lo que podría cambiar los matices y el significado del texto al traducirlo. Además de esto, la evolución de los idiomas a lo largo del tiempo y la posible extinción de ciertas palabras o frases podrían complicar nuestra comprensión de estos textos antiguos.
Más allá de las preocupaciones lingüísticas, el contexto histórico y cultural en el que se escribieron estas escrituras también juegan un papel crucial en su interpretación. Cada cultura y sociedad tiene su propio sistema de creencias, valores, tradiciones y símbolos que influyen en su literatura. Los autores de estas escrituras las escribieron dentro de un contexto cultural específico que puede ser muy diferente al nuestro en la actualidad. Esta diferencia puede generar una brecha en nuestra comprensión de las referencias culturales, metáforas y símbolos utilizados en los textos.
Por último, las escrituras se transmitieron inicialmente a través de la tradición oral antes de ser transcritas. Este proceso podría haber llevado a modificaciones y adiciones, ya sean intencionales o no, que podrían haber causado desviaciones de las narrativas originales. La posterior copia de estos textos a lo largo de los siglos, cada vez por diferentes escribas, podría haber agravado aún más estas discrepancias.
Por lo tanto, si bien nuestras interpretaciones actuales proporcionan una valiosa comprensión de estos textos antiguos, es crucial reconocer que es posible que no representen completamente o de manera precisa las intenciones originales de las escrituras. Existe un argumento sólido para una reinterpretación de estos textos, que tenga en cuenta los idiomas originales, los contextos históricos y culturales, y los posibles cambios ocasionados por siglos de transmisión oral y copia. Tanto Sendy como Biglino, como exploraremos en los capítulos siguientes, proponen metodologías innovadoras para hacer precisamente eso. Al dejar de lado las ideas preconcebidas y adoptar un enfoque fresco, sugieren que podríamos descubrir verdades ocultas y nuevas perspectivas en estos antiguos textos.
La ley de Sendy
En su libro “La llegada de los dioses”, publicado en 1970, Jean Sendy presentó un argumento convincente sobre la posible existencia de astronautas ancestrales que visitaron la Tierra en el pasado y que influyeron en gran medida en la trayectoria de la civilización humana. Sendy interpretó varios mitos antiguos y tradiciones religiosas como posibles evidencias de un contacto extraterrestre. Propuso que este contacto podría haber dejado una impresión duradera en la cultura humana y en los sistemas de creencias.
Para establecer de manera efectiva su interpretación única de la Biblia, Sendy estipuló cinco condiciones que deben cumplirse:
Dominio del contenido de la Biblia: Para interpretar con precisión el texto, es necesario tener un conocimiento profundo de las Escrituras. Un método alternativo para familiarizarse con los significados originales de las Escrituras bíblicas podría ser el método Biglino, que propone una interpretación literal de la Biblia en lugar de depender del lenguaje figurado o la exégesis tradicional.
Conocimiento de la ciencia espacial actual y los vuelos espaciales: Para comprender lo que es factible e infactible dentro de la física moderna y la astronautica, es crucial tener una base sólida en el estado actual de la ciencia espacial.
Comprensión sólida de diversos dominios científicos, incluyendo biología, prehistoria, historia y evolución: Este conocimiento multidisciplinario ayuda a interpretar con precisión las Escrituras al considerar los contextos históricos y evolutivos del texto y el conocimiento científico acumulado a lo largo de los años.
Descarte de lo sobrenatural: Esto implica interpretar el texto sin invocar intervención divina ni ningún otro fenómeno sobrenatural, alineándose así con el conocimiento científico contemporáneo.
Aceptación de un universo inteligible para la razón humana: Esto significa que Sendy creía que las Escrituras podían ser desentrañadas utilizando la razón humana y metodologías científicas.
Estas cinco condiciones respaldan colectivamente la creencia de Sendy de que la teoría de los astronautas ancestrales en la Biblia puede ser defendida a través de un examen científico meticuloso del texto.
El rechazo de Sendy a los elementos sobrenaturales y su creencia en la inteligibilidad racional del universo hacen eco de los principios del naturalismo filosófico y el realismo científico. El naturalismo niega las explicaciones sobrenaturales, afirmando que el mundo natural y sus habitantes, incluidos los seres humanos, pueden ser explicados a través de causas y leyes naturales, y que el mundo es conocible mediante la investigación científica y la razón humana.
El realismo científico postula que las teorías científicas ofrecen descripciones precisas del mundo, con las entidades y procesos teorizados en la ciencia siendo reales y existiendo independientemente de nuestra observación. Cree firmemente en la orden y la inteligibilidad del mundo natural y confía en que las investigaciones científicas pueden ofrecer una comprensión confiable del mismo.
El raëlismo, un movimiento religioso contemporáneo, muestra similitudes con la perspectiva de Sendy, especialmente en sus creencias sobre la vida extraterrestre y sus intentos de conciliar la ciencia y la religión. Tanto el raëlismo como Sendy sugieren la viabilidad de la vida extraterrestre y postulan que seres alienígenas han visitado la Tierra en el pasado. También comparten un interés en la idea de que textos antiguos, como la Biblia, pueden contener referencias a la vida extraterrestre o sugerir intervenciones alienígenas en la historia humana. Los raëlianos, al igual que Sendy, rechazan las interpretaciones religiosas tradicionales de la Biblia y buscan descubrir las verdades científicas que creen que están codificadas en el texto.
Leyendo la Biblia como Schliemann leyó a Homero
La historia de Heinrich Schliemann, un hombre de negocios convertido en arqueólogo, ofrece un interesante paralelo con el enfoque de Jean Sendy hacia la interpretación bíblica. Schliemann, a quien se le atribuye el descubrimiento de los antiguos sitios de Troya y Micenas, adoptó un enfoque único hacia la mitología antigua. En lugar de considerar los relatos de la Ilíada y la Odisea como pura ficción, creía que contenían un núcleo de verdad histórica y se propuso descubrirlo.
Esta interpretación literal de los textos antiguos fue innovadora en su época y recuerda al propio método de Sendy para leer la Biblia, como se expresa en su libro “Aquellos dioses que hicieron el cielo y la tierra”. Sendy sostuvo que aplicar el mismo nivel de análisis literal a la Biblia podría arrojar ideas igualmente significativas, en paralelo a la exploración de Schliemann de la Ilíada.
Sendy argumenta que este enfoque permite a los lectores examinar la Biblia como un documento histórico que detalla las interacciones con una civilización interestelar avanzada, en lugar de considerarla simplemente como una guía espiritual. Aconseja a los lectores abordar la Biblia como Schliemann abordó a Homero, ‘ignorando todas las exégesis que se han acumulado en torno a ella durante los últimos dos mil años’. Este enfoque implica dejar de lado las interpretaciones teológicas existentes y leer la Biblia en su sentido más literal y concreto.
La comparación con Schliemann va más allá del enfoque de lectura de textos antiguos, también abarca las reacciones que tales afirmaciones innovadoras pueden generar. Al igual que Schliemann enfrentó escepticismo y negación cuando sugirió que los relatos homéricos tenían una base en hechos históricos, los defensores de la teoría de los astronautas ancestrales también enfrentan reacciones similares. Estas teorías a menudo generan incredulidad e incluso burla, ya que desafían creencias arraigadas y comprensiones de las narrativas bíblicas.
Este cambio en la interpretación refleja el impacto de otras figuras revolucionarias como Galileo, quien puso patas arriba la visión geocéntrica predominante del universo al afirmar un modelo heliocéntrico. Al igual que el descubrimiento revolucionario de Galileo, el trabajo de figuras como Sendy y Biglino enfrenta resistencia inicial, seguida a menudo de una aceptación a regañadientes y, en algunos casos, una transformación completa del paradigma predominante.
El enfoque de Sendy y Biglino para interpretar las narrativas bíblicas, al igual que el enfoque de Schliemann para los poemas épicos de Homero, representa una ruptura con las interpretaciones establecidas, buscando en su lugar explorar estos textos desde una perspectiva literal e histórica. Este enfoque, aunque controvertido, ofrece una nueva manera de ver y comprender estas obras antiguas, desentrañando posibles nuevas ideas sobre nuestro pasado y nuestra comprensión del universo. Esta apertura a nuevas interpretaciones refleja una voluntad de desafiar el statu quo y traspasar los límites de nuestro conocimiento, tal como lo hizo Schliemann en su tiempo. Al resaltar este paralelismo, Sendy no solo ofrece una nueva perspectiva sobre la Biblia, sino que también se alinea con una tradición de pensamiento que desafía las normas establecidas y busca continuamente explorar lo desconocido.
El método de Biglino
El método de Biglino, tal como se describe en “La Biblia desnuda” y se expande aún más en su trabajo, alienta a los lectores a embarcarse en un viaje intelectual similar al que Schliemann emprendió en el mundo de la arqueología. Schliemann, armado con los textos de Homero, se dispuso a descubrir un mundo que durante mucho tiempo se había considerado puramente mítico, mientras que Biglino, equipado con la Biblia hebrea, se esfuerza por sacar a la luz una narrativa sepultada bajo milenios de interpretaciones teológicas.
La analogía de los métodos de Schliemann, como señaló Jean Sendy, no es un simple adorno retórico, sino un llamado a cambiar el paradigma en la comprensión de los textos antiguos. Del mismo modo, el método de Biglino es un intento de reescribir la interpretación aceptada de la Biblia, reflejando la audacia de Schliemann para desafiar el statu quo de su época.
En el método de Biglino, un factor clave es apelar a una interpretación literal, sin nublarse con lecturas metafóricas. Este enfoque se asemeja a la comprensión literal de Schliemann de los textos homéricos que lo llevó a los lugares geográficos reales de Troya y Micenas. La interpretación literal de Schliemann reveló una perspectiva completamente diferente de los textos, al igual que el método de Biglino busca revelar una nueva interpretación de la narrativa bíblica.
El primer paso en el método de Biglino es familiarizarse con el texto original. Al igual que Schliemann se sumergió en el mundo de la Ilíada de Homero, Biglino aboga por una profunda familiaridad con la Biblia hebrea. El segundo paso, apartar las interpretaciones tradicionales preconcebidas, se asemeja a Schliemann que ignoró la creencia predominante de que las ciudades homéricas eran míticas. Por último, el compromiso con una lectura literal, tanto en el enfoque de Schliemann como en el método de Biglino, fundamenta sus investigaciones en la tangibilidad de los textos.
Biglino también reconoce la incertidumbre inherente que proviene de los textos antiguos. Al igual que Schliemann, quien trabajó con ruinas antiguas y textos homéricos que habían sido traducidos e interpretados numerosas veces, Biglino es consciente de que trabaja con copias bíblicas de copias. Sin embargo, ninguno de los dos permite que esta incertidumbre obstaculice sus esfuerzos. En cambio, lo utilizan como punto de partida para ‘pretender’ que las historias son verdaderas, lo que conduce a revelaciones sorprendentes y nuevas perspectivas sobre las antiguas narrativas.
Suposiciones
A medida que nos adentramos en la recta final de esta exploración, se vuelve crucial comprender las suposiciones fundamentales que sustentan todo nuestro viaje. Estas suposiciones forman la base de nuestra interpretación y comprensión de los textos antiguos y las escrituras.
La vida en la Tierra tiene un significado: Se supone que nuestra existencia en la Tierra no es un acontecimiento accidental o aleatorio. Hay un propósito y un significado detrás de la vida en este planeta. Esta suposición no implica necesariamente una intervención divina o una perspectiva teleológica específica. Más bien, es una posición que reconoce la complejidad y la intrincación de la vida y busca explorar las profundas implicaciones y posibilidades asociadas con nuestra existencia.
La inmensidad del espacio es significativa: La naturaleza expansiva y aparentemente infinita del espacio no se considera vacía o carente de significado. Su vastedad tiene importancia y plantea preguntas fundamentales sobre nuestro lugar dentro de él. ¿Estamos solos, o hay otras formas de vida ahí fuera? ¿Qué papel podrían haber desempeñado seres extraterrestres en nuestro pasado y qué papel potencial podrían desempeñar en nuestro futuro?
Las escrituras y la religión son intencionales: Las sagradas escrituras, los mitos y las religiones de diversas culturas no son solo una serie de fábulas o cuentos morales, sino esfuerzos deliberados para explicar y registrar fenómenos experimentados por los antiguos pueblos. Esto incluye eventos inusuales y encuentros que pueden haber parecido divinos o sobrenaturales para ellos, pero que podrían haber sido interacciones con seres o civilizaciones tecnológicamente avanzados.
Los dioses deben haber sido reales: Esta suposición se basa en el concepto de neoeuhemerismo, un término derivado del filósofo griego Euémero. Involucra la idea especulativa de que los dioses y las personas de las mitologías antiguas no eran seres míticos, sino entidades humanoides reales. En una interpretación más audaz, esta perspectiva sugiere que estas entidades podrían ser humanoides extraterrestres. Este concepto no solo redefine nuestra comprensión de las narrativas religiosas y mitológicas, sino que también nos obliga a reevaluar nuestra percepción de nuestra historia, nuestro universo y, en última instancia, de nosotros mismos.
Cada una de estas suposiciones nos anima a cuestionar la sabiduría convencional y ampliar nuestra perspectiva. Sirven como pilares que respaldan una exploración audaz pero convincente de nuestro pasado, fundamentada en un aprecio por el vasto potencial del universo y el misterio complejo que es la vida misma. Al abrazar estas suposiciones, nos equipamos con una lente que nos permite volver a visitar nuestros antiguos textos con una curiosidad renovada y una mente abierta, preparados para desbloquear ideas que podrían redefinir nuestra comprensión de nuestros propios orígenes y destino.
“Ciencia fictiva”, un término comúnmente utilizado por Jean Sendy en muchas de sus publicaciones. La ciencia ficticia se refiere a la noción de que muchos conceptos de la ciencia ficción se han incorporado en el pensamiento popular de la ciencia y viceversa. En este contexto, debe entenderse que muchas grandes narrativas que se entienden comúnmente como conocimientos emblemáticos de la investigación científica contemporánea, como el cambio climático antropológico, la teoría física del Big Bang o la abiogénesis inducida por la evolución, son mejor caracterizadas como ficticias en la misma línea que la creencia popular de la Tierra plana ha caído en el olvido a lo largo de la historia. ↩︎
Por muy sofisticada y bien calculada que sea la aproximación de una distancia astronómica determinada, aún no hemos recorrido esa distancia para confirmarla definitivamente. ↩︎
Es imposible proporcionar un número exacto de estrellas en todo el universo, ya que nuestro conocimiento se limita al universo observable, que es una fracción del cosmos total. Se estima que el universo observable tiene un diámetro de aproximadamente 93 mil millones de años luz, mientras que el universo total podría ser mucho más grande o incluso infinito. Una estimación aproximada sugiere que podría haber alrededor de 200 sextillones (2 x 10^23) de estrellas en el universo observable. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos números son solo aproximaciones y se basan en nuestra comprensión actual del cosmos, que está en constante evolución a medida que reunimos más información a través de los avances en la observación y la investigación astronómica. ↩︎
La frase “sine qua non” es latina y significa “sin lo cual no”. Cuando algo se describe como “sine qua non”, es un requisito necesario o indispensable. En este caso, el agua es indispensable para que la vida exista en un lugar determinado. ↩︎
Una distancia que aún no ha sido confirmada por datos empíricos. Esto podría lograrse mediante un viaje espacial real que salga de la Tierra y aterrice en el sistema solar de Próxima Centauri. ↩︎